MADRE
MAR
Accésit III Premio de textos de
Teatro Breve Carro de Baco 2016
Luis Fernando de Julián.
Oscuro. Gritos de
pánico, luces zigzagueantes de linternas y el sonido de un mar que ruge
enfurecido, se cuelan en el escenario.
La luz se abre y nos
muestra una costa de la isla de Lesbos. El VOLUNTARIO, agitado, entra en escena
acompañando a una MUJER migrante hasta una zona próxima a la playa pero segura.
MUJER-
(Angustiada.) ¡Mi hijo! ¡Mi hijo!
¡Salva a mi hijo! ¡Sálvale por favor!
VOLUNTARIO-
¡Quédese aquí! ¿Me entiende? ¡Quédese aquí! ¡Estamos haciendo todo lo posible! (Cogiendo una manta y poniéndosela alrededor
de los hombros a la mujer.)
MUJER-
¡Mi hijo! ¡Estaba allí! ¡Mi hijo! ¡Sálvale!
El VOLUNTARIO sale
rápido de escena. La MUJER se queda envuelta en su llanto. Gritos ahogados,
luces de linternas que buscan cuerpos a la deriva y un mar que sigue sin dar
tregua. El VOLUNTARIO vuelve a entrar rápido, con un bebé envuelto en una manta
entre los brazos.
VOLUNTARIO-
(Ofreciéndole el bebé.) ¡Necesito que
cuide a este bebé! ¿Me entiende?
MUJER-
¡Mi hijo! ¡Salve a mi hijo!
VOLUNTARIO-
Estamos haciendo todo lo posible. Ahora necesito que usted cuide de este bebé.
¿Me está entendiendo? (Pone el bebé en
los brazos de la mujer.) ¡Póngaselo cerca de su piel! ¡Dele todo el calor
que pueda! ¡Tápelo! ¡Tápelo!
La
MUJER mete el bebé bajo su manta.
VOLUNTARIO-
Así. ¡Muy bien!
El VOLUNTARIO vuelve a
salir rápido de escena. La MUJER se pone en pie y permanece expectante. Los
gritos van desapareciendo, las luces de linternas van apagándose y el rugido
del mar se convierte en un monótono e inofensivo oleaje.
La luz de la luna se
cuela en escena. Entra el VOLUNTARIO, visiblemente abatido.
VOLUNTARIO-
Lo siento. No hemos podido hacer nada más… Usted y el bebé son los únicos… No
hemos podido hacer nada más.
Silencio.
La mujer se sienta consternada.
VOLUNTARIO-
Vamos, le acompañaré hasta el puesto de socorro. Deme al bebé, tengo que
llevarlo a la ambulancia.
Silencio.
VOLUNTARIO-
¿Me ha escuchado? Deme al bebé.
MUJER-
¿Qué bebé?
VOLUNTARIO-
¿Cómo?
La
mirada firme de la MUJER clava el silencio en la escena.
VOLUNTARIO-
…entiendo que no es fácil…pero…tiene que dármelo.
MUJER-
No voy a dejar a mi hijo con nadie.
VOLUNTARIO-
Ese bebé… no es su hijo.
MUJER-
Vino conmigo, en mis brazos. Es mío.
VOLUNTARIO-
Pero… Su hijo… se ahogó. Este bebé no es-
MUJER-
(Interrumpiéndole.) Ese niño que se
ha ahogado… Ahora… su madre es la mar. Ella me lo ha quitado… Pero yo le he
arrebatado este.
VOLUNTARIO-
Mire, yo…
MUJER-
Dime una cosa. ¿Qué sabes de mi país? ¿Qué sabes de nuestra historia? ¿Qué
sabes de nuestra cultura? ¿Has pensado cómo le llamarás? ¿Tienes alguna idea de
qué vas a contarle, cuando crezca, sobre la memoria de su pueblo? No, no sabes
nada. Sólo ves un bebé que tiene frio. Un bebé que tienes que salvar. ¿Verdad?
Pero, ¿salvar de quién? ¿De la mar? Ya lo has hecho, y te doy las gracias por
ello.
VOLUNTARIO-
(Acercándose.) El bebé necesita que
le vea un médico. (Intenta arrebatar el
bebé de los brazos de la mujer.) Démelo.
Ambos
forcejean.
MUJER-
(Se levanta bruscamente.) ¡Apártate!
VOLUNTARIO-
¡Tiene que verlo un médico!
MUJER-
(Da dos pasos hacia el agua.) Si te
acercas, te juro que me lanzaré al agua con él. Lo apretaré tan fuerte contra
mi pecho que no podrás sacarlo. Ni a él ni a mí. Nos hundiremos como se hunden
las esperanzas de todos los que no llegan. Llenaremos nuestros pulmones de agua
y nos convertiremos en parte de la corriente que arrastra pasaportes, chupetes
y vestigios de frustración que no importan a nadie y se han convertido en
basura. Prefiero la deriva dentro del agua antes que un rumbo invisible con los
pies en la tierra.
VOLUNTARIO-
Tiene que tranquilizarse… Deme al bebé, por favor. Un grupo especializado se va
a encargar de todo. No les faltará de nada, ni a usted ni al bebé. Pero démelo,
por favor. Tenemos que atenderle.
MUJER-
¿Atenderle? Crees que no sé nada. Al otro lado de este mar nos llegan noticias
de lo que ocurre con los niños que no llegan acompañados por sus padres. Todos
sabemos qué pasa con los niños refugiados que vagan por Europa. ¿Acaso crees
que yo no lo sé?
Oscuro. El sonido del
mar desaparece. La luz se abre en una escena paralela. Vemos, tal vez entre
claroscuros, a un HOMBRE que habla por un teléfono móvil. Frente a él una
pequeña mesa auxiliar con un álbum de fotografías.
HOMBRE-
Sí, lo tengo delante. Aún no lo he abierto. (Abre
el álbum y lo hojea rápidamente.) Poca pesca. (Silencio.) Lo sé. La prensa y las redes sociales no están
jodiendo… (Silencio. Abre la primera hoja
del álbum.) Tengo mucho trabajo, vamos a liquidar esto. Primera página, al
club. (Irá pasando las hojas.)
Segunda, también. Tercera… joder qué feo. Mándalo también. Siempre hay clientes
con mal gusto. Cuarta… demasiado mayor. Mira a ver cómo tenemos la lista de
compradores y le sacas el hígado, los riñones y todo lo demás. Quinta. ¿Qué es
eso de la cara? ¿Heridas? (Silencio.)
¿En serio? (Silencio.) ¡Ja, ja, ja,
ja! ¡Qué cabroncete! (Silencio.)
Mándalo a la fábrica. Si tiene fuerza para arrancar con su boca dos dedos a un
tipo, tiene fuerza para trabajar. No pidas demasiado. No quiero que nos pida
que le devolvamos el dinero si no funciona. (Silencio.)
Bien. Sexta. Mellizos… Muy guapos. Me gustan. Mándamelos a casa esta noche.
Dales algo para que vengan tranquilos, no quiero gritos. Pero no te pases, que
el último se ahogaba en su propia baba. (Silencio.)
Lo sé, lo sé. Luego vuelve a recogerlos. Dame tres o cuatro horas. (Silencio.) Bien. (Silencio.) Séptima. Nada. ¿Nada? Joder, no hay ni un solo bebé. (Silencio.) Te dije que tengo a dos
compradores impacientes. ¿Lo entiendes? ¡Tengo a dos tipos cosiéndome a
llamadas todos los días! ¿Sabes lo que significa? ¡Que estamos perdiendo
dinero! ¡Crees que van a esperar eternamente? ¡No! ¡Llamarán a otro tío que se
lo consiga y nuestro dinero se esfumará! ¡Así que consígueme un puto bebé!
¡Quiero uno aquí antes de mañana! ¡Uno por lo menos! ¡Con sus lloros, sus mocos
y su piel áspera de sirio de mierda! ¿Lo entiendes? ¡Tráeme un puto bebé! (Silencio.) ¡Pues apáñatelas! ¡Joder! (Silencio.) Me han dicho que hay mucho
caos en la playa. Coge un chaleco y ve allí. Ya sabes cómo hay que hacerlo… Y
mantente apartado de los socorristas voluntarios, esos cabrones se dan cuenta
de todo... Ni que les pagasen por ello… ¡Ve allí! ¡Ahora! ¡Y no vuelvas hasta
que consigas un bebé! ¡Consíguelo! ¡Ya!
Cuelga y golpea colérico
la mesa con el teléfono. Oscuro. El sonido del mar se vuelve a colar en el
escenario y la luz nos lleva a la playa de la isla de Lesbos.
MUJER-
No voy a darte el bebé.
VOLUNTARIO-
(Acercándose.) Mire…
MUJER-
¡No te acerques o me tiro al agua con él!
VOLUNTARIO-
Está bien, está bien. (Se retira.)
Por favor, vamos a calmarnos.
MUJER-
¿Quién puede calmarse cuando se está debatiendo sobre la vida o la muerte?
VOLUNTARIO-
Aquí no va a morir nadie. Por favor, vamos a calmarnos.
MUJER-
Morir y desaparecer es lo mismo.
Silencio.
El VOLUNTARIO retrocede unos pasos más.
VOLUNTARIO-
Voy a colocarme aquí. ¿Le parece bien? Me he retirado bastante… Ahora sólo le
pido que usted se aparte de la orilla y
se siente. Por favor…
MUJER-
(Sentándose.) Tú nos has salvado. Nos
has arrancado de los brazos del mar. Yo te estaré eternamente agradecida y
recordaré tu rostro, créeme, lo haré. Cuando este bebé crezca le contaré cómo
un desconocido le salvó la vida sin pedir nada a cambio. Sin preguntarle de
dónde venía. Sin preguntarle qué venía a hacer aquí ni porqué sus padres
decidieron que era mejor jugarse la vida intentando atravesar el océano. Te doy
las gracias. Y él también. No voy a pedirte nada más, ya has hecho mucho por
nosotros. Sólo… mira hacia otro lado. Sólo permite que él tenga una
oportunidad. No te lo estoy pidiendo, tan sólo te indico cuál debería ser tu
camino hoy para asegurar el suyo mañana. Tú le has salvado una vez pero no vas
a poder acompañarle en el camino que le queda por delante… Yo sí. Déjame que le
acompañe. Déjame que le proteja. Déjale tener una madre a la que abrazarse…
Tenso
silencio.
MUJER-
Tienes que decidir como un hombre que antes fue un niño. Como un hombre que
tuvo una madre que lo cuidó. ¿Qué vas a hacer?
VOLUNTARIO-
Yo… no puedo…
El
bebé parece inquietarse. La MUJER le calma.
MUJER-
Schsss… Tranquilo, pequeño, tranquilo… Todo va a salir bien…
Largo silencio. La
MUJER mantiene la mirada en el VOLUNTARIO mientras acuna el bebé entre sus
brazos.
VOLUNTARIO-
Yo… Creo que he perdido mi linterna… Tengo que ir a buscarla… Usted vaya
acercándose al puesto de socorro… Mis compañeros les atenderán. Dígales que es
su hijo… y que los papeles se los ha tragado el mar…
El
VOLUNTARIO da dos pasos para salir de escena.
MUJER-
Gracias...
El VOLUNTARIO hace un
leve gesto con la mano y sale mientras el oscuro se cierne sobre la escena. El
sonido del mar aguanta unos segundos más en escena y acaba desvaneciéndose,
para pasar a la conciencia de los espectadores.
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