BOLAS
Luis Fernando
de Julián
Personajes
DANIELA
ABRIL
En
escena dos niñas tumbadas en una piscina de bolas de un parque de ocio
infantil. Las niñas, Daniela y Abril, tienen 12 y 10 años respectivamente pero
serán interpretadas por mujeres adultas.
DANIELA
¿Cómo
te llamas?
ABRIL
Abril.
DANIELA
Yo,
Daniela.
Silencio.
ABRIL
¿Cuántos
años tienes?
DANIELA
Doce.
¿Y tú?
ABRIL
Diez y medio.
Silencio.
DANIELA
¿A
qué hora has entrado?
ABRIL
A
las siete. Creo que dentro de cinco minutos me voy...
DANIELA
De eso hace dos horas. No te había visto...
ABRIL
He
estado en las camas elásticas y luego en los cañones disparadores.
DANIELA
Yo
llevo aquí desde las cinco.
ABRIL
No
te había visto.
DANIELA
Eso
es porque tengo el poder de convertirme en bola y entre todas estas nadie puede
reconocerme.
Silencio.
ABRIL
Creo que dentro de cinco minutos me voy...
DANIELA
¿Alguna vez te has quedado mirándoles?
¿Has observado lo que hacen al otro lado del cristal? Yo lo he hecho muchas
veces. Se conoce mejor a los adultos mirándoles, escuchándoles no se llega a lo
que esconden en su interior.
ABRIL
Mis
padres son aquellos. (Levanta la mano y saluda para que la vean al otro lado
del cristal.)
DANIELA
Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez, once,
doce, trece, catorce, quince, dieciséis, diecisiete, dieciocho, diecinueve,
veinte, veintiuno, veintidós, veintitrés, veinticuatro, veinticinco,
veintiséis, veintisiete, veintiocho, veintinueve, treinta, treinta y uno,
treinta y dos... Amiga, con más de treinta segundos de demora en la respuesta
empiezas a tener oportunidades de adquirir el poder de convertirte en bola.
ABRIL
Es que no me ven...
DANIELA
Es que no te miran, que es distinto.
¿Recuerdas la primera vez que te llevaron a un parque de bolas? Se quedaban
pegados al otro lado del cristal, con cara de asustados como si fuesen un
conejito en manos de un científico. Desde allí te seguían con la mirada y te
hacían todo tipo de gestos y vocalizaciones forzadas para que el mensaje
atravesase el cristal y llegase hasta ti. Pobrecitos... con todos sus miedos,
inseguridades e impotencias aplastadas contra el cristal... como mosquitos
contra el parabrisas... Luego el egoísmo lo limpia todo y el cristal queda
transparente e inmaculado para otros primerizos.
Abril
deja de saludar al aire.
ABRIL
Creo que dentro de cinco minutos me
voy...
DANIELA
(Coge una bola y la observa y mueve
entre sus manos.) El sábado pasado estuve aquí
desde las cinco de la tarde hasta las doce de la noche. Ni siquiera se
acordaron de preguntarme si quería comer algo... Tampoco me importó, porque las
bolas no comen. Son esferas de plástico rellenas de aire. Huecas. Aparentemente
llenas pero vacías...
ABRIL
Yo he merendado en casa.
DANIELA
En casa, antes de venir aquí....
Silencio.
DANIELA
¿Sabes lo que es follar?
ABRIL
¡Claro!
DANIELA
Pues de eso se trata.
ABRIL
¿Qué quieres decir?
DANIELA
Tienes que observarlos, así se les
conoce. Los adultos se han juntado en pareja y han acordado mutuamente tener el
sexo del otro en propiedad, en exclusiva propiedad y disfrute para ellos, pero
en realidad están deseando poner su propio sexo al alcance de quienes les
rodean. Míralos. Observa las sonrisas, las miradas, su postura corporal, el
constante juego de peinarse, el contacto aparentemente sin intención... En el
fondo se mueren por follar todos con todos. Solo la fantasía o posibilidad
remota de que eso pudiese suceder les tiene tan concentrados que lo que pase a
este lado del cristal se escapa a su percepción. Están inmersos en una
ceremonia de seducción en la que la hora del reloj marca el fin. Es como el
cuento de la Cenicienta, la hora marca el final. Es una lucha contra el tiempo.
Cuantas más horas pasemos nosotras aquí, más pueden disfrutar de su ceremonia de
fantasía sexual. Tic-tac, tic-tac,
tic-tac… Yo no pienso
follar con nadie.
ABRIL
Yo tampoco.
Silencio.
ABRIL
Creo que ya me voy. (Abril levanta
la mano y saluda más insistentemente.)
DANIELA
No has entendido nada de lo que te he
dicho.
ABRIL
(Baja la mano enfadada.) Mis padres no están aquí por eso.
Me traen porque siempre me han traído, desde que tenía cinco años. Me traen
porque me gusta y me lo paso muy bien. Juego, me divierto y hago amigos.
DANIELA
¿Has hecho muchos amigos? ¿Con cuántos has jugado fuera de aquí? ¿De
cuántos de ellos recuerdas su nombre? ¿Cuántos recuerdan el tuyo? (Pausa.)
¿Cómo me llamo?
Silencio.
DANIELA
Me llamo Daniela.
ABRIL
¡Sí que lo sabía!
DANIELA
¿Y por qué no lo has dicho?
ABRIL
Porque…
Silencio.
ABRIL
¿Tú eres mi amiga?
DANIELA
Mira todas estas bolas. Son todas
iguales y están todas juntas. Tienen que ser amigas, ¿no crees?
Silencio,
Abril coge una bola y la observa absorta.
ABRIL
Mis padres me quieren mucho. Este año
me han regalado un móvil por mi cumpleaños.
DANIELA
Los padres nos regalan un móvil cuando
ya están cansados de tener que borrar del suyo las cosas que no quieren que
veamos. A los cuatro o cinco años te dejan jugar con su móvil porque les hace
gracia y es una forma de tenernos entretenidas. Borran cosas y lo dejan en tus
manos. Luego llega un momento en el que se cansan de no poder tener secretos
archivados y entonces te compran uno para ti sola. (Pausa.) No se dan
cuenta de que ahora eres tú la que puede tener secretos.
ABRIL
¡¿Tienes secretos en tu móvil?!
DANIELA
Tengo cuatrocientos veintisiete
seguidores.
ABRIL
¡¿?!
DANIELA
(Saca su móvil.) Chupa esa bola.
ABRIL
¿Qué?
DANIELA
Hazme caso, chúpala como si fuese un
helado.
ABRIL
¿Así?
DANIELA
Perfecto. (Toma una foto con el
móvil.) Ahora empieza a contar.
ABRIL
¿A contar? ¿Para qué?
DANIELA
Tú cuenta.
ABRIL
Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis,
siete, ocho, nueve, diez, once, doce, trece, catorce, quince, dieciséis,
diecisiete, dieciocho, diecinueve, veinte, veintiuno, veintidós, veintitrés,
veinticuatro, veinticinco, veintiséis, veintisiete, veintiocho...
DANIELA
¡Para! ¡Ya tienes un corazón!
ABRIL
¡A ver!
DANIELA
Si en menos de treinta segundos tienes
un corazón la cosa promete... ¡Es divertido!
Silencio,
las dos miran el móvil entretenidas.
DANIELA
(Levanta la mirada.) Mira. Tu madre se ha levantado, creo que ya te vas.
Las
dos siguen con la mirada los movimientos de la madre al otro lado del cristal.
ABRIL
No, sólo va al servicio.
DANIELA
¡Otro corazón!
ABRIL
¡A ver!
Silencio.
ABRIL
¿Me haces otra foto?
DANIELA
Vale. Toma, ponte las bolas como si
tuvieses tetas. Esa foto siempre triunfa.
ABRIL
¡Vale!
Abril pone la pose y Daniela le hace la
foto.
DANIELA
Mira.
Abril se acerca para ver la foto.
ABRIL
¡Súper!
Ambas se quedan mirando la pantalla del
móvil. Daniela besa a Abril.
ABRIL
¡¿Qué haces?!
DANIELA
Te doy algo interesante para contar en
el futuro.
ABRIL
¡¿Qué?!
DANIELA
Míralos (señalando a los adultos. Guarda el móvil). La mitad de las cosas
que se cuentan se las han inventado y la otra mitad no tiene ningún interés.
ABRIL
¿Por qué lo has hecho?
DANIELA
Porque me gustas. ¿Te incomoda que te
diga que me gustas?
ABRIL
Sí. ¡Digo no! No sé…
DANIELA
Si quieres puedo besarte otra vez.
ABRIL
¡No!
DANIELA
Vale.
Silencio incómodo.
DANIELA
Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis,
siete, ocho, nueve, diez, once, doce, trece, catorce, quince, dieciséis,
diecisiete, dieciocho, diecinueve, veinte, veintiuno, veintidós, veintitrés,
veinticuatro, veinticinco, veintiséis, veintisiete, veintiocho, veintinueve,
treinta, treinta y uno… Más de treinta segundos en silencio… son un silencio
incómodo.
Silencio.
Daniela se pone en cuclillas y empieza a dar
ridículos saltitos.
ABRIL
¿Qué haces ahora?
DANIELA
Intento tirarme un pedo.
ABRIL
¿Eh?
DANIELA
Mi padre lo hace cuando hay un silencio
incómodo en casa. Entonces mi madre cambia su cara de enfado por una de
profundo asco. Yo me rio. Me rio tanto que acabo contagiándole mi risa a mi
madre. Entonces ella no puede aguantar más y acaba esbozando una sonrisa
mientras improvisa algo que hacer y le permita darse la vuelta para que no la
veamos. A mi padre le funciona. Mierda, creo que no he bebido suficiente
cocacola…
ABRIL
Déjalo, no hace falta.
Daniela deja de dar saltitos en cuclillas.
DANIELA
Sabes, creo que eso del pedo es lo más cercano a un momento familiar que
tengo…
Silencio triste en el que la mirada de Daniela se
queda colgada. Abril coge una bola y se la tira a Daniela, golpeándole en la
cara.
DANIELA
¡¿Qué haces?!
ABRIL
Mi padre coge alguna prenda del
tenderete… Un calcetín, unas bragas, unos calzoncillos… y se los tira a mi
madre cuando se ha quedado con la mirada perdida. Ella siempre dice, ¿estás tonto?, y él responde, ¡mamá entra de nuevo en el partido! A mi
padre le funciona…
DANIELA
¿Alguna vez te has preguntado si con
nosotras hacen lo mismo?
ABRIL
No te entiendo.
DANIELA
Yo me pregunto si saben lo que funciona
con nosotras.
ABRIL
Ah.
DANIELA
Claro que lo saben. Lo que no me
explico es por qué no se dan cuenta cuando deja de funcionar. Es curioso, ¿no?
Abril coge otra bola y se la tira a Daniela
golpeándola en la cara.
DANIELA
¡¿Pero qué haces?!
ABRIL
Estabas empezando a hablar como cuando
ellos quieren hacerse los interesantes…
DANIELA
¡No!
ABRIL
Sí.
DANIELA
(Muy
preocupada.) ¡¡No!!
ABRIL
Eh… Sí.
DANIELA
Mierda. Sí. ¡Sí!
ABRIL
Ahora estás montando un melodrama por
una chorrada, como también hacen ellos.
DANIELA
¡Nooooooo!
ABRIL
Sí.
DANIELA
¡Va a ser que estoy creciendo! ¡Me estoy
convirtiendo en una adulta! (Se agarra el
pecho fuertemente con las dos manos). ¡Me están creciendo las tetas! ¡Puedo
notarlo! ¡Mira, tócalas!
ABRIL
¡No!
DANIELA
Y este picor… (Abre la goma de sus bragas y mira en el interior). ¡¡Ahhhhh!! (Las suelta rápido).
ABRIL
Ahora… Ahora no sé qué haces pero
empiezas a dar miedo.
DANIELA
(Abandonando
el melodrama y volviendo a ser la Daniela de siempre). ¿Sabes por qué nos traen aquí?
ABRIL
Ya te lo he dicho antes. Me traen
porque me gusta y me lo paso muy bien.
DANIELA
¡Eeeeeeeeeeeeeeeeng! ¡Respuesta
equivocada!
ABRIL
¿Respuesta equivocada?
DANIELA
Es imposible que nos siga gustando esto
con la edad que tenemos. Tal vez un día, un cumpleaños de un primo más pequeño
que nosotras… ¿Pero todos los fines de semana?
ABRIL
¿Entonces por qué nos traen?
DANIELA
Porque así nos tienen a salvo.
ABRIL
¿A salvo? ¿De qué?
DANIELA
De que un niño se acerque y nos hagamos
novios. De que nos dé un beso. ¡De que nos toque el culo!
ABRIL
¡Anda ya!
DANIELA
¿Cuántos chicos de nuestra edad ves
aquí? Ninguno. Están todos jugando en la calle o haciendo lo que tengan que
hacer… De nuestra edad todo somos chicas ¿Qué pasa con nosotras? Pasa que nosotras
estamos aquí encerradas, a salvo de que los niños nos toquen el culo o cualquier
otra perversión que pase por la cabeza de nuestros padres. Nos tienen
encerradas en una jaula, con barrotes de colorines y textura de goma eva, pero
una jaula. Camas elásticas, disparadores, disfraces, toboganes, un tocador, una
pasarela, bolas, más bolas, millones de bolas… Una jaula equipada con todo
aquello que nos haga creer que la felicidad está aquí dentro y no ahí fuera.
Silencio.
ABRIL
¡Yo no quiero que un chico me toque el
culo!
DANIELA
Tienes razón, querida. Yo tampoco lo
necesito. Mejor solas. A mi me basta con sumergirme en la piscina de bolas y
dejar que cubran todo mi cuerpo y mis manos para que nadie pueda ver lo que
hago. Y tú, ¿cómo lo haces?
ABRIL
(Silencio).
DANIELA
Abril, ¿cómo lo haces?
Abril se aparta a un lado avergonzada y no
contesta.
DANIELA
¿Abril?
ABRIL
(Silencio).
Pausa previa.
Daniela coge un montón de bolas y se las empieza a
tirar a Daniela como si fuese una ametralladora.
ABRIL
¡¿Qué haces?!
DANIELA
Es por si no funcionaba con solo una
bola.
Silencio.
DANIELA
¿Quieres que me tire un pedo?
ABRIL
(Silencio).
DANIELA
¿Te ha molestado que te contase lo que
hago…?
ABRIL
No.
Silencio.
DANIELA
¿Entonces?
ABRIL
Deja que te haga una pregunta.
DANIELA
Dispara.
ABRIL
¿Cómo puedes…?
Silencio.
DANIELA
Cómo puedo, ¿qué?
ABRIL
¿Cómo puedes aguantar aquí sabiendo
todo lo que sabes?
DANIELA
Ah, eso.
ABRIL
Sí, eso. ¿Cómo puedes aguantar sabiendo
que no estamos aquí porque nos gusta? ¿Cómo puedes aguantar sabiendo que todos
ellos son unos egoístas? ¿Cómo puedes aguantar sabiendo que el tiempo que
estamos aquí no somos más que unas niñas ignoradas? ¿Cómo? Dímelo.
DANIELA
Porque tengo el poder de convertirme en
bola. ¿No te lo había dicho?
Silencio.
ABRIL
¿Crees que nosotras haremos lo mismo?
DANIELA
¿Eh?
ABRIL
Cuando seamos mayores. Cuando nos
convirtamos en madres, en esposas. ¿Haremos lo mismo con nuestros hijos? ¿Los
traeremos aquí para desahogarnos de su presencia? ¿Para olvidarnos de ellos
durante unas horas? ¿Para poder decir estupideces y fantasear con encuentros
furtivos? Nosotras. Nosotras y todos estos niños y niñas. ¿Haremos lo mismo
cuando seamos adultos?
DANIELA
Me temo que sí.
ABRIL
(Preocupada). ¿Sí?
DANIELA
Estamos diseñados a partir de la
herencia genética de nuestros padres y eso incluye heredar sus errores y
repetirlos. Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez,
once, doce, trece, catorce, quince, dieciséis, diecisiete, dieciocho,
diecinueve, veinte, veintiuno, veintidós, veintitrés, veinticuatro,
veinticinco, veintiséis, veintisiete, veintiocho, veintinueve, treinta… Cuanto
más tiempo pasa más nos parecemos a ellos.
Silencio.
ABRIL
Hagamos un juramento.
DANIELA
¿Qué juramento? ¿Uno de amor platónico?
ABRIL
No.
DANIELA
Tenía que intentarlo…
ABRIL
Hagamos un juramento de futuro. Uno que no
olvidemos nunca.
DANIELA
¿Cuál?
ABRIL
Juremos, aquí y ahora, que no heredaremos los
errores de nuestros padres y mucho menos los repetiremos. Juremos que jamás y
digo jamás, traeremos a nuestros hijos a un sitio como este.
DANIELA
En caso de que tengamos hijos…
ABRIL
Ni a hijos, ni sobrinos, ni ningún otro niño que
entre en nuestras vidas cuando seamos adultas.
DANIELA
Con esa clausula no me libro, fijo.
ABRIL
Juremos que si en el futuro nos volvemos a
encontrar en una piscina de bolas, será porque estemos recordando el día que
nos conocimos y burlándonos de todo. ¿Está de acuerdo?
DANIELA
Espera.
Daniela
coge dos bolas como si fuesen copas.
DANIELA
(Ofreciéndole
una bola a Abril). Sellemos nuestro juramento con un brindis.
Abril
coge una de las bolas.
ABRIL
¡Por nuestro juramento!
DANIELA
¡Por nuestro futuro fuera de aquí!
ABRIL
¿Lo juras?
DANIELA
¡Lo juro!
ABRIL
¡Y yo!
Las
dos fingen beber. Daniela recoge las bolas y las tira de vuelta a la piscina.
DANIELA
Adiós.
ABRIL
¿Adiós?
DANIELA
Llevas demasiado tiempo ahí quieta, de pie.
ABRIL
¿Y?
DANIELA
Si te quieren de verdad seguirá funcionando...
Treinta, veintinueve, veintiocho, veintisiete, veintiséis…
ABRIL
¿Por qué cuentas hacia atrás?
DANIELA
Mira. Tus padres se están acercando a la puerta,
van a recogerte.
Abril
mira y guarda un breve silencio.
ABRIL
Tengo que irme.
DANIELA
Ahora es cuando te acercas y me besas. Para
despedirte… Es lo que pasa en las películas.
ABRIL
Sólo en las películas…
DANIELA
Qué asco de cine que nos motiva a generar
expectativas de finales redondos en la vida real.
ABRIL
Tal vez otro día…
Desconcertado
silencio.
ABRIL
Me voy ya.
DANIELA
Adiós.
Abril
empieza a salir.
DANIELA
¡Oye!
ABRIL
¿Sí?
DANIELA
¿Aún recuerdas cómo me llamo?
ABRIL
Claro. Daniela. Y tú, ¿recordarás que tenemos un
juramento?
DANIELA
Claro. De futuro…
Abril sonríe y sale. Daniela la sigue con su
mirada hasta que desaparece. Unos segundos desorientados, en los que Daniela
piensa qué hacer, mientras pierde su mirada entre las bolas. Finalmente coge
dos bolas y se las coloca en los ojos, convirtiéndolos en esféricos y saltones.
Pone voz de megafonía.
DANIELA
Ding-dong-ding. Familiares de Daniela: Les
informamos que la niña se está convirtiendo en bola. Otra vez. No se preocupen,
nuestras eficientes monitoras tienen la situación controlada. Sigan disfrutando
de nuestra amplia carta de ging-tonics. Gracias por confiar en nosotros para
disfrutar en familia. Beeeeeeeeeepp.
Daniela se hunde, lentamente, en un micro-océano de bolas ignoradas
mientras el oscuro se hace sobre ella.
DANIELA
Glup, glup, glup, glup…
Oscuro final.