El presente monólogo breve se puso en escena en el maratón de monólogos de 2005 organizado por la AAT y se publicó en el volumen nº 12 que recoge todos los monólogos que participaron en el evento.
GABRIEL,
NIÑO SOLDADO.
GABRIEL,
NIÑO SOLDADO.
L. FERNANDO DE JULIÁN
En escena un
joven con edad entre dieciocho y veinte años. Sus ropas están manchadas de
tierra y sangre.
Gabriel- Mi
nombre es Gabriel. No siempre me llamé así. Este nombre me lo pusieron después,
por el arcángel. Antes de llamarme Gabriel, me llamé Diego, y antes de Diego me
llame Antonio, o Alejandro, no consigo recordarlo. (Pausa)
Recuerdo una
casa, en una pequeña aldea. (Pausa) Recuerdo caer las bombas por todos lados.
Aún creo oír la voz de decenas de madres mandándonos subir al monte. (Pausa) Yo
no subí. Me quedé allí. Entre los cuerpos reventados de mis hermanos. (Pausa)
Todos estos años me he despertado cada noche gritando a Dios para que me sacase
del abrazo de aquellos cuerpos.(Pausa) Pero Dios no me sacó nunca. (Pausa) Los
que sí me sacaron fueron los soldados, que jugaron a asustarme con los brazos
mutilados de mis hermanos, antes de meterme en un camión.
No recuerdo aquel viaje. No
recuerdo el tiempo que estuve allí. Ni siquiera recuerdo si estaba sólo.
(Pausa) Recuerdo mi cara, sumergiéndose una y otra vez en un plato de sopa,
mientras alguien me repetía: Die-go, Die-go, Die-go, tu te llamas Die-go.
(Pausa)
Supongo que podría decirse que
aquel fue mi segundo bautizo. Poco ortodoxo.
Había cientos de niños y niñas
en aquel centro. Nunca conocí a nadie. Todos hacíamos lo que nos mandaban
hacer. Haz lo que te mando... Haz lo que yo te mando.
Estuve un tiempo limpiando
sangre. La sangre de las lenguas que ellos cortaban. Estaba prohibido hablar,
estaba prohibido pronunciar una sola palabra, un solo nombre, ni siquiera una
oración escondida en la noche. Nada. (Pausa)
¿Cómo te llamas pequeño? No sé
qué respondí, pero seguro que no pronuncié Die-go, porque aquel hombre me
partió los dientes con la culata de su fusil. No puedo imaginar cómo lo hice,
pero me levanté del suelo y le escupí mis pequeños dientes de ocho años
envueltos en sangre a aquel hijo de puta. (Pausa) Me volvió a golpear. (Pausa)
Cuando desperté, estaba en un campamento., inconsciente sobre sacos de patatas
y cebollas. Recuerdo una niña, desnuda sobre una colchoneta. Tenía las piernas
arqueadas, como los muertos, de tanto forzarlas. Sus tobillos estaban atados
con una soga a un poste de madera. Quise correr, pero no pude. Quise gritar, pero
no supe.
Un día nos llevaron a unos
cuantos a un terreno. Un soldado sacó un balón de fútbol y nos dijo que íbamos
a jugar. Le dio una patada y nos mandó a buscarlo. Pero el juego decía que cada
uno de nosotros tenía que hacer su propio camino. (Pausa) Entonces empezamos a
andar. Apenas dimos unos pasos, uno de los chicos voló por los aires. Comprendí
que no buscábamos ningún balón.
Anduve muchas veces. Anduve
muchos años. Anduve selvas, lomas, desiertos, e incluso anduve sobre cadáveres
sin nombre. Nunca encontré. (Pausa)
Alguien me dijo que yo era
valiente, que era un gran soldado encerrado en un cuerpo de once años. Antes de
que pudiese contestar, ya llevaba un fusil en el hombro.
Volví a las lomas, las selvas,
los desiertos y los cadáveres; pero esta vez anduve sobre las huellas de otros.
No sé si lo soñé o fue real,
pero una noche se acercó hasta mi una mujer de ojos azules y pelo dorado. Me
preguntó si yo era un desaparecido. Ellos la corrieron enseguida a patadas.
Mientras le golpeaban, ella no dejaba de preguntarme mi nombre. No supe
contestarle.
Años después me llamé
Gabriel.(Pausa)
Gabriel fue el arcángel que
anunció a María el nacimiento de Jesús.
Mi trabajo era otro. Con apenas
veinte años me mandaron hacer una lista de los niños disponibles en los
campamentos. Por supuesto, sólo tenía que poner el nombre de aquellos
disponibles para el combate; los niños destinados al divertimento de los
soldados quedaban excluidos. Después me encargaron elegir nombres de aquella
lista. Por eso me llaman Gabriel, porque yo anuncio la muerte. A veces, ante la
escucha atenta y temblorosa de esos niños, he creído que yo mismo era la
muerte.
Con el paso de los años he
comprendido que sólo existe una forma de salir de aquí, añadir mi nombre a la
lista.
Hoy mi cuerpo está tirado en
mitad de la nada, justo ahí (señala) con la boca llena de tierra y el pecho
reventado de metralla. Los cuervos se han comido mis ojos, y los gusanos
empiezan a penetrar mi carne. Soy un cadáver más, cualquiera de esos (señala),
un cadáver más, sin nombre, dentro de esta zanja de sangre seca y olvidada por
Dios y por el hombre.
Pero ahora soy feliz. Sí, lo
soy. Lo soy porque conmigo muere todo este angustioso presente. Ahora soy libre
para buscar. Para buscar la vida que me robaron. Para buscar los juegos, las
canciones, y los amigos que no tuve opción de disfrutar. Para buscar la delgada
voz de mi madre arrullándome entre sus brazos. Para buscar las gastadas manos de mi padre enseñándome el camino.
Para buscar y compartir las risas enterradas de mis hermanos.(Pausa) Libre para
buscar. (Pausa)
¿Quién sabe? Puede que incluso
encuentre mi verdadero nombre.
OSCURO
FINAL