martes, 21 de julio de 2015

GABRIEL, NIÑO SOLDADO

El presente monólogo breve se puso en escena en el maratón de monólogos de 2005 organizado por la AAT y se publicó en el volumen nº 12 que recoge todos los monólogos que participaron en el evento.

GABRIEL, NIÑO SOLDADO.

L. FERNANDO DE JULIÁN


En escena un joven con edad entre dieciocho y veinte años. Sus ropas están manchadas de tierra y sangre.

Gabriel- Mi nombre es Gabriel. No siempre me llamé así. Este nombre me lo pusieron después, por el arcángel. Antes de llamarme Gabriel, me llamé Diego, y antes de Diego me llame Antonio, o Alejandro, no consigo recordarlo. (Pausa)
 Recuerdo una casa, en una pequeña aldea. (Pausa) Recuerdo caer las bombas por todos lados. Aún creo oír la voz de decenas de madres mandándonos subir al monte. (Pausa) Yo no subí. Me quedé allí. Entre los cuerpos reventados de mis hermanos. (Pausa) Todos estos años me he despertado cada noche gritando a Dios para que me sacase del abrazo de aquellos cuerpos.(Pausa) Pero Dios no me sacó nunca. (Pausa) Los que sí me sacaron fueron los soldados, que jugaron a asustarme con los brazos mutilados de mis hermanos, antes de meterme en un camión.

No recuerdo aquel viaje. No recuerdo el tiempo que estuve allí. Ni siquiera recuerdo si estaba sólo. (Pausa) Recuerdo mi cara, sumergiéndose una y otra vez en un plato de sopa, mientras alguien me repetía: Die-go, Die-go, Die-go, tu te llamas Die-go. (Pausa)
Supongo que podría decirse que aquel fue mi segundo bautizo. Poco ortodoxo.

Había cientos de niños y niñas en aquel centro. Nunca conocí a nadie. Todos hacíamos lo que nos mandaban hacer. Haz lo que te mando... Haz lo que yo te mando.
Estuve un tiempo limpiando sangre. La sangre de las lenguas que ellos cortaban. Estaba prohibido hablar, estaba prohibido pronunciar una sola palabra, un solo nombre, ni siquiera una oración escondida en la noche. Nada. (Pausa)

¿Cómo te llamas pequeño? No sé qué respondí, pero seguro que no pronuncié Die-go, porque aquel hombre me partió los dientes con la culata de su fusil. No puedo imaginar cómo lo hice, pero me levanté del suelo y le escupí mis pequeños dientes de ocho años envueltos en sangre a aquel hijo de puta. (Pausa) Me volvió a golpear. (Pausa) Cuando desperté, estaba en un campamento., inconsciente sobre sacos de patatas y cebollas. Recuerdo una niña, desnuda sobre una colchoneta. Tenía las piernas arqueadas, como los muertos, de tanto forzarlas. Sus tobillos estaban atados con una soga a un poste de madera. Quise correr, pero no pude. Quise gritar, pero no supe.

Un día nos llevaron a unos cuantos a un terreno. Un soldado sacó un balón de fútbol y nos dijo que íbamos a jugar. Le dio una patada y nos mandó a buscarlo. Pero el juego decía que cada uno de nosotros tenía que hacer su propio camino. (Pausa) Entonces empezamos a andar. Apenas dimos unos pasos, uno de los chicos voló por los aires. Comprendí que no buscábamos ningún balón.

Anduve muchas veces. Anduve muchos años. Anduve selvas, lomas, desiertos, e incluso anduve sobre cadáveres sin nombre. Nunca encontré. (Pausa)

Alguien me dijo que yo era valiente, que era un gran soldado encerrado en un cuerpo de once años. Antes de que pudiese contestar, ya llevaba un fusil en el hombro.
Volví a las lomas, las selvas, los desiertos y los cadáveres; pero esta vez anduve sobre las huellas de otros.

No sé si lo soñé o fue real, pero una noche se acercó hasta mi una mujer de ojos azules y pelo dorado. Me preguntó si yo era un desaparecido. Ellos la corrieron enseguida a patadas. Mientras le golpeaban, ella no dejaba de preguntarme mi nombre. No supe contestarle.

Años después me llamé Gabriel.(Pausa)

Gabriel fue el arcángel que anunció a María el nacimiento de Jesús.
Mi trabajo era otro. Con apenas veinte años me mandaron hacer una lista de los niños disponibles en los campamentos. Por supuesto, sólo tenía que poner el nombre de aquellos disponibles para el combate; los niños destinados al divertimento de los soldados quedaban excluidos. Después me encargaron elegir nombres de aquella lista. Por eso me llaman Gabriel, porque yo anuncio la muerte. A veces, ante la escucha atenta y temblorosa de esos niños, he creído que yo mismo era la muerte.

Con el paso de los años he comprendido que sólo existe una forma de salir de aquí, añadir mi nombre a la lista.

Hoy mi cuerpo está tirado en mitad de la nada, justo ahí (señala) con la boca llena de tierra y el pecho reventado de metralla. Los cuervos se han comido mis ojos, y los gusanos empiezan a penetrar mi carne. Soy un cadáver más, cualquiera de esos (señala), un cadáver más, sin nombre, dentro de esta zanja de sangre seca y olvidada por Dios y por el hombre.

Pero ahora soy feliz. Sí, lo soy. Lo soy porque conmigo muere todo este angustioso presente. Ahora soy libre para buscar. Para buscar la vida que me robaron. Para buscar los juegos, las canciones, y los amigos que no tuve opción de disfrutar. Para buscar la delgada voz de mi madre arrullándome entre sus brazos. Para buscar las  gastadas manos de mi padre enseñándome el camino. Para buscar y compartir las risas enterradas de mis hermanos.(Pausa) Libre para buscar. (Pausa)

¿Quién sabe? Puede que incluso encuentre mi verdadero nombre.



                                                           OSCURO FINAL

CAPERUZA ROJA

 Ya está en imprenta mi álbum ilustrado juvenil "Caperuza Roja", publicado por @lapagina_48 Una historia muy diferente al cuento q...